Denunciamos el racismo institucional que nos deja fuera del circuito de prestaciones en materia de vivienda por el solo hecho de ser personas migradas o racializadas.
Durante los últimos días estamos viviendo un estallido de movilizaciones internacionales y en nuestro territorio en contra del racismo en todas sus formas de expresión. Desde las PAH Catalanas celebramos todas estas manifestaciones y expresiones de rabia colectiva contra este sistema que continúa perpetuando desigualdades y opresiones entre nosotros. Al mismo tiempo, mostramos nuestro rechazo más absoluto a cualquier forma de abuso policial y racismo.
Es por ello que ahora, y como hemos hecho siempre, estamos convencidas de la importancia de denunciar cómo actúa el racismo en la cuestión concreta de la vivienda .
Denunciamos el racismo institucional que nos deja fuera del circuito de prestaciones en materia de vivienda por el solo hecho de ser personas migradas o racializadas. Asimismo, nos sumamos a la campaña puesta en marcha durante el confinamiento para reclamar #RegularizacionYa de todas las personas no regularizadas, a las que se nos vulneran sistemáticamente todos los derechos.
Este racismo institucional se traduce, entre otras discriminaciones, en que cientos de familias no podemos acceder a la tabla de emergencia de realojamiento debido a nuestra condición de irregularidad . Algunos reglamentos locales de mesas de emergencia piden incluso 2 o 3 años de antigüedad de padrón, requisito claramente discriminatorio que contradice la Ley catalana de Servicios Sociales que pide sencillamente el empadronamiento y no ciertos años de inscripción. Las instituciones públicas nos están dejando desamparadas y sin ninguna posibilidad de solucionar la situación de exclusión.
Desde nuestra experiencia como movimiento social, hacemos público que estos organismos se desentienden totalmente ante las situaciones de exclusión que vivimos y que a menudo únicamente ofrecen la posibilidad de repatriación. Con ello, no sólo desprecian el arraigo que hemos establecido en la ciudad en la que vivimos actualmente, sino que además, ignoran las problemáticas por las que dejamos nuestros países de origen.
Por otra parte, en algunos municipios a las personas migradas o racializadas también se nos niegan derechos básicos como el padrón: Garantizar el es una obligación de las administraciones! Por este motivo, reivindicamos el empadronamiento activo, cualquiera que sea la situación administrativa, evitando así perpetuar una situación de exclusión totalmente injustificable.
A consecuencia de todas estas articulaciones del racismo, muchas veces la única opción que tenemos para acceder a una vivienda es la vía informal en la que a menudo somos engañadas por mafias que hacen negocio de la desesperación y la necesidad ajena y que convierten nuestros barrios en un mercado de venta de claves, gracias a la vulneración sistemática del derecho a la vivienda.
La lista de discriminaciones podría terminar aquí, pero la realidad es que el racismo también se articula desde el sector privado . Un claro ejemplo de ello lo tenemos en inmobiliarias que ni nos miran a la cara cuando cruzamos la puerta y que se niegan a alquilar un piso . Normalmente estas inmobiliarias suelen argumentar que el piso ya está alquilado, aunque siempre hemos podido comprobar cómo semanas más tarde la vivienda continuaba vacío y el anuncio en el mismo lugar donde estaba.
Vemos también como últimamente se está hablando y debatiendo mucho sobre la seguridad ciudadana, tendiendo a ignorar que la falta de acceso a una vivienda o miradas de odio por la calle (con motivo del lugar de nacimiento) también generan una fuerte sensación de inseguridad.
Estas son sólo algunas de las discriminaciones racistas en materia de vivienda que sufrimos por ser migradas o racializadas que se traducen en grandes dificultades para poder acceder a una vivienda digna y el aumento drástico de las posibilidades de exclusión social . Queda reflejada así una enorme grieta más del sistema capitalista que tiene en el racismo en uno de sus pilares en el que nos quieren hacer sobrevivir, donde la injusticia, las desigualdades y el sufrimiento de las de siempre son el pan que comemos cada día a nuestros pueblos y ciudades.
Por todo ello, entendemos que sólo desde una organización popular radicalmente antirracista, podemos seguir luchando para garantizar los derechos de todas las que nos quedamos al margen por el hecho de ser personas migradas o racializadas.
Desde la PAH tenemos claro que seguiremos luchando en este sentido, que todas nos merecemos un techo digno donde vivir y que hay que tejer alianzas con los col·lecius antirracistas que están haciendo un trabajo brutal para seguir cambiando el orden establecido.